Una ligera brisa me acariciaba el rostro. Caminaba plácidamente por la vereda. A ambos lados del camino, majestuosas casas se podían divisar a través de los altos setos. Sentía un placer indescriptible, mientras pensaba en sueños y maravillas. Pero, todo este gusto y ánimo desapareció al ver la casa deshabitada. Es una casa que fue quemada hace muchos años. Un escalofrió me recorrió el cuerpo entero. La casa había sido blanca anteriormente, pero ahora tenía un color grisáceo. Sus paredes estaban descascarilladas, y sus numerosas ventanas rotas. Unas cortinas desgarradas aun se movían de un lado a otro en el viento, como si hubiese un fantasma rondando por la casa. Me estremecí. Al cabo de un rato seguí caminando, pero tenía la sensación de que el espectro me perseguía, y que se escondía tras los setos cuando yo miraba a mis espaldas. Acelere el paso. Pero poco a poco me fui tranquilizando. Se oía el canto de muchos pájaros, todos agrupados en una gran palmera, y un poco más adelante, vi un par de mariposas con alas brillantes y llamativas revoloteando entre las flores. Unos niños jugaban alegremente en los columpios del parque y poco a poco me olvide de esa sensación de fantasmas y hechizos malvados.
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